31.7.08

Mandato solidario




En Montserrat la plaza del pueblo es… de la iglesia, del ayuntamiento, del musical….y de conciertos, mientras duran las fiestas patronales. Adornada con tiras de bombillas, a 80 watios cada una, recrea la estética de las verbenas de los 50, como si el tiempo no pasará por aquí.
Aunque algunas cosas sí han cambiado y la vara de mando la lleva una mujer, una regidora contundente que luce para la ocasión transparencias en negro y tacones de vértigo. En el pueblo manda ella y esta noche por decisión soberana la recaudación del concierto será para la ONG TASHI DELEK.
De manera que las calles colindantes se convierten en taquillas improvisadas, amigos voluntarios venderán las entradas, aunque primero tendrán que informar a los vecinos que esta noche, excepcionalmente, se paga. La recaudación irá destinada a la compra de material escolar para colegios en Nepal.
Algunos llegan a la mesa con la seguridad que da tener una invitación y al enterarse se quedan dos segundos congelados, pero colaboran con los tres euros que aseguran la vuelta al cole de centenares de niños nepalíes. Claro está, que siempre hay excepciones, hay quien se lo piensa y se marcha indignado, aparecen también los del tanto por uno, que sacan solo la entrada del acompañante porque consideran que ya han colaborado lo suficiente con el pueblo. No falta la vecina que solo quiere echar un vistazo y marcharse…y que por suerte, cuenta con un marido que hace caso omiso a sus pretextos y saca las entradas. Y así van entrando uno, otro, dos más…hasta seiscientos, ¿Increíble no?. Tan cierto como que pasa un niño a dejar dos euros antes de ir a su casa.
Para tranquilidad de alguno de los asistentes, uno de los fundadores de THASI DELEK, micrófono en mano, explica que en octubre viajarán hasta Katmandú para llevar directamente el material a los colegios de las cumbres del Himalaya, este entusiasta de la montaña después de muchos viajes a Nepal se implicó con sus gentes. No fue el único, desde una esquina su socio, otro enamorado de las montañas, lo observa todo, tiene la suerte de trabajar para la alcaldesa y aunque se ha ganado el toque bondadoso de su vara, de las labores del turno de noche no le libra nadie, con gorra de medio lado y porra de manga ancha, vigila que el evento discurra sin incidencias.
Desde sus sillas blancas de terraza, escuchando al Golden Apple Quartet se produce la transmutación solidaria, una caja de colores por una entrada. Por si fuera poco la alcaldesa magnánima ha dicho “¡Notificadme la recaudación que redondearé la cifra!”.

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