11.1.10

Danzad, danzad, malditos


Conocí a Pina el día de su muerte. No voy a decir que hablo con los muertos, pero tengo que confesar que desde hace un tiempo ellos me hablan a mí. De momento, la lista se va alargando y no me quejo, al menos son gente de reconocido prestigio; de manera que si se toman la molestia de venir, no esperan que me quede tirada en el sofá, oyendo las cantinelas, cada uno me pide que salte un abismo. Abismos de medio metro, sí, pero, ¿Cuánto saltas tú?.

Otro día os hablaré de ella. Su nombre es Pina Bausch. Y yo, una pobre marioneta que se coloca unas mallas y se va a la academia de baile.

  • Hola, ¿Cual es la tuya?, me dice la monitora señalando un plantel de nenas con tutú.
  • Vengo a apuntarme -le digo sin molestarme- (muy consciente de lo que estoy haciendo).
  • Ah! - se repone rápido y me explica: la matrícula son 50 euros y 45 euros al mes. Si pagas tres meses te quito la matricula.
  • Pago tres meses y empiezo hoy mismo. No creas que es por el año nuevo y la vida nueva, no, ni siquiera por los buenos deseos de hacer algo de ejercicio. Supongo que sabrás que lo importante es que la gente baile, que se exprese, que uno sienta el movimiento en su ser.
  • Sí, sí, -me dice un poco consternada.
  • ¿Conoces a la coreógrafa del Wuppertal?
  • No, ¿está en Facebook?
  • Está muerta.


10.1.10

Amelie Nothomb

Amelie Nothomb ha sido una de las escritoras que más he leido durante el 2009.

La mayoría de los procesos sociológicos y biológicos siguen el desarrollo de una curva de Gauss. El interés que he sentido por sus libros se adapta bastante bien a la gráfica. Como la recomiendo a menudo, sin contar el proceso global, os escribo aquí el completo desarrollo de la relación.

La conocí con: Cosmética del enemigo

seguí con: Diario de golondrina

Ni Adan ni Eva

lo mejor llegó con:

Estupor y temblores

Ácido sulfúrico

Biografía del hambre

empezamos el descenso con:

El sabotaje amoroso

Anthicrista

la aborrecí con:

Higiene del asesino


llegados a este punto, entramos en un momento asintótico. Puede que lea algo más, puede que no.

9.1.10

METAmorforsis


Tengo dos amigos gordos. Cuando digo gordos, defino su aspecto físico de manera certera y sin ninguna connotación peyorativa. Pero si digo amigos, no digo nada concreto, desde Facebook, cualquiera se hace llamar así.

Sería útil tener, como los esquimales con sus cuarenta formas distintas de llamar a la “nieve”, un amplio abanico de posibilidades.

Una primera aproximación a la escala de la amistad, empezaría por añadir el prefijo META, ORTO y PARA, en un sentido decreciente del vínculo. Por ejemplo, si sentados en un sofá te encuentras a veinte centímetros, ladeado y cercano al borde estás con un paramigo; si inconscientemente te pegas a su hombro o tocas alguna de sus extremidades estás con un ortoamigo; si te encuentras inexplicablemente pegado a un tercio de su cuerpo o más, se trata sin duda de un metamigo.

En la escena, mis ortoamigos se encuentran plácidamente leyendo en la cama y no veo mejor sitio que ocupar, que el espacio que dejan entre ellos. Me sitúo a la altura de sus estómagos, coloco el cojín y me pongo a leer.

De repente me reconozco animal, entre dos machos omega, una hembra alfa que hace lo que le viene en gana. En su momento, me gané el respeto del grupo con mi profusa contribución a la perpetuación de la especie y ahora puedo tenderme al sol plácidamente, sin más preocupación que bajar a la orilla a comer unos kilos de algas. Me invade un intenso bienestar situada entre los miembros de la manada. Estas dos estufas metabólicas desprenden un calorcillo que me permite situarme de manera confortable igual en Costa Rica que en el ártico. Entonces siento frío, lanzo un gruñido y omega2 se acerca, al rato, lanzo un sonido gutural y omega5 me pisa los pies. ¿Me entienden?. Mientras tanto, comentamos :


- Mira, Pomponio dice que encontró un curioso pueblo que tenía la fea costumbre de no darse por el culo.

- Las costumbres de los pueblos. Don Pablito, que así llamaban en Mexico a Paul Bowles, desde su estancia en Marruecos era un acérrimo defensor del kif. Para él “una multitud que haya bebido un poco de alcohol se comporta de un modo clásico y esperado. Sin embargo, un fumador de kif está solo y es feliz de encontrarse de esa manera”.


Allí estamos, encima de la roca convertidos en un híbrido entre el manatí y el homo sapiens. Llega otro miembro del grupo.


  • !Que horror de habitación: unos muermos tirados y un frío que pela!!