18.3.10

Señales de humo

Mi madre friega las cacerolas en la cocina y de repente lanza un grito que es una orden: “¡Claraaaaaaaa, cierra la ventana que ya están escupiendo mierda esas chimeneas!”. Se pone muy nerviosa cuando ve la invasión de columnas de humo que avanza por el oeste.

La abuela sin embargo, se pasa las horas mirando por la ventana sin ningún miedo. Ella conoce a las nubes por su nombre. A veces le hablan y le cuentan sus intimidades: si llevan agua o granizo, si vendrá viento o amenaza tormenta. Las abuela desde su sillón las ve formarse, crecer y marcharse. Yo ya conozco a "cúmulo", una nube gris y enfadada, y alguna vez he reconocido, a bote pronto, el "estratocúmulo", un pariente cercano, gigante e inofensivo. La abuela mantiene la esperanza de ver un día “mammatus”, la más sofisticada.

Me cuenta que al oeste están las fábricas de nubes y es entonces, cuando mi madre sale furibunda de la cocina con los brazos en jarra y la amenaza diciéndole que ni se le ocurra insinuarme que esa porquería son nubes, sólo faltaría que me dijese que huelen a jabón. “Están hechas de vapor con sulfuro o nitrógeno, envenenadas con cloro. Cubren la ciudad de productos tóxicos y nos traen el sufrimiento a las plantas de oncología y el horror de las matronas tras algún parto”.

La abuela mira fijamente a mamá, como cuando sabes la verdad pero no la quieres decir.

Mi abuelo murió de cáncer y mi madre no entiende de nubes


15.3.10

Manuel Puig



La primera vez que vi su nombre aparecía como el escritor que supo transcribir la voz interior, el libro se llamaba "Storytelling" y trataba sobre la necesidad que tenemos todos de formar parte de una historia. Fui a buscarlo, me encontré con esta entrevista.

Tras conocerle abordé sus libros:

Me enamoró con: "El beso de la mujer araña". A punto estuve de dejarlo varias veces, pero... de repente.....pasó algo... y sólo pasan tres cosas en todo el libro.

Me engañó con: "La traición de Rita Hayworth". Como curiosidad se puede pasar un rato leyendo dos páginas, pero más...es un abuso.

Me abandonó con: "Boquitas pintadas". Una clase magistral para abordar la página en blanco desde cientos de esquinas.

9.3.10

Una imagen o mil palabras

Era mi estreno como freelance pero entré al despacho de Alberto como quien entra a un sepelio.

- Tienes la crónica? –me preguntó insidioso.

- Sí –le respondí jubilosa.

- Bien –dijo enérgico. Pasa las fotos a maquetación –concluyó.

- No hay fotos –le respondí.

- ¿Cómo que no hay fotos? –me preguntó incrédulo.

- Pensaba que me registrarían a la entrada y para no llamar la atención con la cámara profesional opté por llevar una de bolsillo y pasarla camuflada dentro del bolso.

- ¿Pero tú qué eres, una espia?.

- No, pero... como no se pueden hacer fotos en un concierto, pensé que no iban a dejar entrar cámaras, que pasaríamos por Rayos X o que nos cachearían.... pero la verdad, no controlaron nada. Únicamente, antes de empezar el concierto avisaron que estaba prohibido tomar fotografías y grabar en video. Después vi que saltaban flashes y al fijarme más, vi la platea inundada de pilotos rojos, de ventanas activas de móviles, cámaras de foto y hasta de vídeo. Entonces me animé, o mejor dicho me atreví y saqué la maldita camarita. No era mía y no pude encontrar cómo quitar el flash, cómo subir la ISO o cúal era modo idóneo para una foto decente. No hice fotos Alberto, no fui capaz de disimular para que no se viese una pantalla que parecía el faro de Alejandría, de rebuscar en la configuración para niños de ese infame aparato y disfrutar del concierto al mismo tiempo.

- ¿Alguna foto recurso? –me pregunta derrotado.

- No..., tampoco –sigo, aunque me gustaría no tener que explicárselo-. Cuando terminó el concierto, esperé a que saliese toda la gente del primer y segundo piso, pero había llenazo y para cuando tuve delante la famosa lámpara ya estaba apagada. Quise dedicarme a los detalles de los azulejos pero cerraban la iluminación lateral y cuando, en un último intento de tener un recuerdo, eché el flash, se agotó la batería...

A Alberto se le estaba empezando a descolgar la barbilla y para espabilarlo le dije: “Quieres leer la crónica?

- No, no quiero leer nada.

No se a que viene tanta indignación.... si está la web llena de fotos del Palau de la Música y puedes ver a Lila Downs si pinchas en youtube alguno de sus videos.

¿Para qué hice la crónica?.

2.3.10