“Los dioses condenaron a Sísifo a empujar eternamente una roca hasta lo alto de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Durante el regreso de la roca al llano, en cada uno de esos instantes, cuando abandona las cimas, Sísifo es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. La clarividencia que debía ser su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se supere mediante el desprecio. Si el descenso se hace ciertos días con dolor, puede también hacerse con gozo…”. Me remonta como “Agua del Carmen” este libro de Albert Camus. Lo tengo claro, cargaré otra piedra.
Puede que alguien quisiera que descansara mi alma y hoy recibí un correo electrónico en el que me colmaron de datos: perdón por el retraso en el veredicto, no se pudo hacer antes; perdón porque no pudimos enviarle el horario del evento, problemas técnicos; disculpas desde la comisión organizadora; el jurado del premio fue: menganita, fulanita, zutanita y otra fulanita; los premiados fueron: menganito, fulanito y zutanito. Gracias por su esfuerzo. Pronto podrá leer las obras premiadas aquí. Justo en ese momento de aturdimiento Alberto me ha dicho: “Coge la piedra, átale una cuerda, después juega con ella a voluntad”. Seguí su consejo y entonces entré en Google, por si pudiera averiguar algo sobre afortunados, lo que es la World Wide Web, confabulación, concordancia 100%, páginas con soluciones, pero sobre todo la posibilidad de seguir jugando a encontrar lianas. Faccebook tu aliado y… ¡Oh, desgracia! no estoy en ese grupo de amigos…Hay una nota en el muro para mí. ¿Por qué tu crees?.
a) Porque no nos llega para pagar la hipoteca
b) Porque nos hace falta renovar el material de montaña
c) Porque mando yo y hago lo que me da la gana
Obviamente las tres respuestas son válidas. Estupor en el sistema absurdo. Al mito postmoderno le quitaron la posibilidad de ver caer la piedra, le despojaron de la fracción en la que se creía amo y señor de su destino. El Sísifo de hoy sube la piedra a la cima y de repente la encuentra abajo. A ver qué hace con su destino.