17.12.15

III Notas de un claustro



            Algunos padres dicen que sus hijos tienen ganas de empezar el colegio para ver a sus compañeros. En el instituto algunos profesores evitan el primer día de curso para no encontrarse con sus compañeros. Son esos días extraños de principios de septiembre en los que las aulas están cerradas y solo está abierta la sala de profesores como crisol de encuentros. Ese primer día de inicio de curso escolar uno se plantea si debería besuquear a los que desafió en el último claustro, sonreír a los que pusiste verdes en la reunión de despedida o si es preferible, visto que vas a pasar un curso más con ellos, echar pelillos a la mar y entrar a la sala de profesores como una pizarra limpia, sin hacer recriminaciones y sin dosificar las efusiones. Aunque uno se haga ese planteamiento, hay cosas que nobleza obliga, nunca besarás a la profesora a la que le quitaste una asignatura,  jamás te besará un jefe de estudios que no te ha hecho un buen horario y no te saludará el profesor con el que te liaste en la cena de fin de curso. Pero estas son cosas que todo profesor conoce, sin estar escritas en un manual. Con la experiencia que dan los años me gusta encontrarme al jefe de estudios tomando su café en el bar y aprovechar para preguntarle si me quiere más o menos que el curso pasado. Él, que es zorro viejo me responde que menos es nada. Lo miro sin acritud y me muestro agradecida porque parece y eso es mucho que no contempla el odio como algo que pueda ser menos que nada. Justo venía escuchando por la radio que la verdadera libertad del individuo es la de elegir la actitud de uno y esta conversación me ha parecido un excelente ejercicio.
            De entre toda la plantilla de personal,  la que me saluda efusivamente es Vicenta, la regenta del bar, ella sale sin pensárselo de la barra para darme un abrazo de oso con balanceo,  me aprieta y me promete este nuevo curso que no va a dejarme el mes de julio sin café, aunque tenga que hacerme una copia de  la llave de bar y enseñarme el funcionamiento de la máquina. Por lo demás, hay caras que no quisiera rozar y me las veo encima para lamerme las mejillas y hay caras que quisieras que te mordisquearan la boca y te saludan bajando la cabeza como susurrando "Ave Maria purísima". Así son los polos.

      Pasados los primeros saludos deseados, una voz desde el techo grita mi nombre. "Kimberly Balance acude al despacho de dirección". Una voz desde el techo. Parece que tenemos instalado un nuevo sistema de megafonía que han puesto a punto los de mantenimiento, un grupo de profesores que están que se salen con los proyectos de mejoras. Para este curso han colocado una cámara de alta definición en la puerta del recinto y el sistema de megafonía . Tienen en mente crear una red de telefonía móvil para profesores que permitirá localizar a cada profesor en un radio de 50 Km y señalar en el mapa su ubicación en el centro con una precisión de 5 metros, un sistema que ellos no han contado para que no sintamos vulnerada nuestra intimidad pero que permitirá la lectura de todos los wasaps que entren y salgan del recinto y eso para muchos será mucho peor que entrar en bolas a dar clase.
Siguiendo mi educación tradicionalista llamo a la puerta del despacho antes de entrar. Al menos llamar asegura que alguien levante la cabeza.
- ¿Qué tal las vacaciones?
- Bien, cortas, o se pasan rápido... las típicas respuestas para terminar rápido el saludo.
- Por mi no hace falta que te explayes. Ya veo que te han sentado bien, que llegas estrenando vestido, que te has preocupado por combinar adecuadamente los colores y te has tomado la molestia de venir bien peinada. No todos pueden decir lo mismo. Te he llamado, por otra cosa, sé que escribes un blog.
- Si..., bueno... a veces..., pero es todo una ficción.
- Pues para ser una ficción me identifico muy bien con tu personaje. Ficción o no, desde que escribiste que me pongo una peluca rubia algunos me miran como si estuviesen delante de un degenerado.
- Nos falta una pizca de imaginación somos muy rígidos.
- Por eso te he llamado justo para que frenes la tuya.
- No lo veo muy posible pero si te sirve de algo declararé solemnemente que todo lo que escribo es ficción. Excepto lo nuestro que eso si es auténtico. Ya sabes, nuestra relación se basta y se sobra de esa gran cantera de ilusión y confusión que es el silencio y la mirada.
- Kimberly, liados ni se te ocurra que mi mujer me mata.
- De momento estate tranquilo, tengo muchas clases que preparar este curso.



2.9.15

Piratas



       Costaba adaptarse a la ausencia de wifi y a la pérdida de datos en el móvil. Me encontraba irascible y algo triste sin escuchar el pepito grillo que era siempre mi teléfono. Aquel era un lugar remoto, y no era más que una playa a la que no llegaban las ondas, solo podía recibir lo que percibían mis sentidos y lo que mi imaginación alcanzaba. En esa pobreza de estímulos quise pasar por Camineros, una de esas multitiendas donde conviven en minúsculo espacio: pan, sandías, protector solar, sombrillas y periódicos. Me llevé un ejemplar para acompañar el desayuno.  Primera página: “Quedan al descubierto millones de  usuarios de una web de contactos extramatrimoniales”.  Treinta y nueve millones de usuarios en todo el mundo expuestos al público. Listado de infieles. Todos los datos: nombres, apellidos, ubicación y anotaciones a un lado.  Análisis de datos: ordenación alfabética, diagrama mundial de intensidad infiel,  ranking de países adúlteros, ubicación de usuarios en todo el mundo, cálculo de la distancia desde su lugar de residencia hasta tu casa, en coche, a pie o transporte público. Zoom-in y pinchada sobre el mapa, como el felpudo de la puerta de entrada, están sus preferencias, “solo si te gustan los cachetes” decía alguna.
        El FBI ha tomado cartas en el asunto porque han empezado extorsiones, chantajes y suicidios. Hay una recompensa para la captura del pirata aunque no se comenta nada del precio de su cabeza. Pensé en su cabeza, pensé en su cara, su garfio y el navío que tripulaba. Cómo sería su bandera, a buen seguro tendría unos cuernos por calavera. Ese pirata que llaman por su bravura el temido en todo el mar conocido del uno al otro confín… De repente, me sentí observaba, no había nadie en la terraza y solo yo tomaba el café frente al mar, sentí que alguien me escrutaba desde lejos, me colocaba en el centro de su campo de visión como una diana. Allá en la línea del horizonte el pirata me observaba con su catalejo. Lo mismo que conocía el nombre de los millones de infieles, sabía el nombre de quienes ni siquiera se atrevían a mencionarlos.  Miré al horizonte, lo miré fijamente y pensé: Es verdad, nunca supe gestionarlo, la visión de ese mundo de relaciones con terceros y cuartos me sacaba de quicio, nunca pude verlo con los ojos de una aventura, para mí fue siempre engaño o la expresión de la cobardía. Una base de datos era mi sueño, ese y que después de su publicación todos los infieles fuesen expulsados de sus casas sin dar explicaciones. Les pondrían algunas pertenencias en una mochila y los mandarían a rodar sin descanso fuera del espacio Schengen. Se levantarían vallas con concertinas en las terrazas para evitar que las hordas de aventureros pudieran volver a casa a perder su corto tiempo de vida. Bueno, bueno, estamos de vacaciones ¿Por qué tomarlo tan a la tremenda?, también podía ocurrir lo contrario, una nueva concepción de las relaciones y el mundo, un deseo de la relación arcana con cada relación iniciada, un acercarse a la aventura para la exaltación de lo conocido. Un tiempo nuevo muy humano algo que los estudiosos llamarían el postrenacimiento.  
         En ese bucle del pensamiento estaba cuando me pareció ver el vaivén de una medusa llegando a la arena, algo que brillaba como un espejo. Me levanté  y esperé a que alcanzara la orilla. Sabía que la botella era suya y traía un mensaje firmado de su puño y letra:  
Déjate de movimientos artísticos y busca el tesoro 
Robin Love



19.8.15

Bloc de notas




Si el mundo de tus ficciones resulta reconocible es porque resulta más fácil usar el mundo que tienes a mano que inventarse uno nuevo.

Existe un curioso procedimiento realizado por nuestro cerebro de manera automática denominado corrección de narraciones que corrige y organiza las historias que nos ocurren a diario.

No se puede pretender poner en orden a los cien mil millones de neuronas que posee nuestro cerebro. Recientes estudios de las ciencias cognitivas muestran que nuestro cerebro es un entorno caótico e inestable. Y ese podría ser el secreto de esas fantásticas anomalías humanas que llamamos creatividad e imaginación.

Puede que estéticamente Madame Bovary tenga mejores valores pero seguramente Juego de Tronos prepara más la cabeza. La persona que lee fantasía y ciencia ficción está consumiendo cientos de metáforas. Se acostumbra a que haya muchos enfoques distintos de la realidad y no uno solo, incluso enfoques raros y contradictorios. Eso prepara mejor la cabeza que creer que hay una manera única y correcta de entender el mundo.



18.8.15

Runners



       El calor de las noches de verano hace tan apetecible cenar al fresco que se acude agradecido a una cena de sobaquillo. Menú cerrado de bocadillo, cerveza, altramuces y cacahuetes. 
     La casa de Julián es de las antiguas, herencia de sus padres, con el patio orientado hacia el norte y un airecito muy agradable.
-                              -¡Desde que corro soy otro!
-                              -  Ya
-                               - Tienes que probarlo, a ti no te costaría nada coger el hábito.
-                             - Yo no estoy preparado
-                              - ¿Crees que yo lo estaba? Y mira ahora, hecho un ultrarunner.  De verdad, pruébalo.
-                            -  No me veo
-                             -  Fosilizas Antonio. Con tu físico podrías hacer hasta pódiums y eso te da un subidón que ni te cuento.  
-                             - Yo me conozco y no me controlo, si salgo a correr mañana, pasado querré bajar la marca; saldré también al otro y esperaré al fin de semana para bajar el kilómetro. Saldré antes de ir a trabajar y después haré piscina para coger fondo. En poco tiempo me uno a tu grupo y a ver quién saca más medallas.  Después haré las carreras nocturnas, a las de monte, las de playa, de un día, de dos, benéficas, pro y contra. Todas. Yo también seré un ultrarunner.
-                              - ¿Y eso te parece mal, eso no lo vas a saber manejar?
-                             -  Fijo que no. En vuestro grupo está esa chica… la triatleta tan maja, la ingeniera esa que a ti te pone. Hace mucho que corre todos los laborables y festivos. Esa tía es tremenda, empiezas a hablar con ella a lo tonto y terminas pidiendo que te aconseje sobre asuntos de trabajo. Tiene muy buena cabeza. Por lo que sea, coincidimos siempre en los entrenos, ya sabes, mejor quedar con alguien para controlar los tiempos:
     o   Salgo en un hora nos vemos a y 30
    o   Mejor a y 33 me encanta la puntualidad. ;-)
    o  Tus deseos son órdenes. Jeje. 
Primero es la hora, después un chiste, un video, un guiño, un besito, qué comes, foto de la cena, desayuno, merienda, carga de glucógeno y al final dieta conjunta. Tanto sabemos uno del otro y tantas risas llevamos encima que en trail de Santander nos enrrollamos. Sin venir a cuento, pero nos liamos, y a partir de ahí, todo lo mismo, pero cuando su pareja va de viaje paso un rato por su casa. Eso y estar todo el día con el wasap.
Pero Charo es bruja y se lo huele todo, primero me avisa “siempre estás con el telefonito…” y después cada vez que miro el móvil le cambia la cara. Lo tengo en silencio, me lo llevo a sacar la basura y lo entro hasta en la ducha pero en un momento en el que bajo la guardia marca el código de desbloqueo, 1234 y lee unos mensajes que de tan obvios no puedo reinterpretarlos. Nos quedamos mudos unos días y todo se hace muy incómodo. Cuando le vuelve el habla ella dice que me quiere, que hace tiempo que no compartimos nada y que por mí se hará runner. Este giro inesperado me hace Charo cuando yo ya tengo apalabrado un piso de alquiler en Ruzafa y es ahí, en ese momento, cuando me paro en seco, me quedo bloqueado y ya no avanzo, y así sigo meses y meses paralizado. ¿A cuánto dices que haces el kilómetro?



31.7.15

El duelo (1891)






        - Es usted una grandísima pecadora. Ha roto la promesa que le hizo a su marido delante del altar. Ha seducido a un excelente muchacho que tal vez, de no haberla conocido, se habría unido de por vida a una compañera legítima, eligiendo a una joven de buena familia y de su círculo, y ahora sería un hombre como los demás. Ha arruinado su juventud. ¡No diga nada, no diga nada querida! No creo que los hombres tengan la culpa de nuestros pecados. La culpa es siempre de las mujeres. Los hombres son muy ingenuos en la vida diaria, le hacen más caso a la cabeza que al corazón, y no comprenden muchas cosas; en cambio, la mujer lo comprende todoo. Todo depende de ella. Se le concede mucho y, por tanto, también se le exige much. Ah querida, ha entrado usted en la senda del vicio, ha olvidado todo decoro; otra en su lugar se habría ocultado de los demás, se habría encerrado en casa, y le gente solo la habría visto en el templo de Dios, pálida, vestida toda de negro, llorosa, de suerte que cualquier día habría dicho con sincera aflicción: "Oh, Dios, este ángel pecador ha vuelto de nuevo a ti...". Pero usted querida, ha olvidado todo recato, ha vivido a la plena luz del día, de la manera más extravagante, como enorgulleciéndose de su pecado, pasándoselo a lo grande, riéndose a carcajadas. Yo, al verla, temblaba de espanto y temía que un rayo del cielo destruyese nuestra casa cuando estaba usted allí. ¡No diga nada, querida, no diga nada! -gritó Maria Konstantínovna, advirtiendo que Nadezha Fiódorovna quería decir algo-. Confíe en mí; no voy a engañarla ni ocultaré a su alma una sola verdad. Escúcheme, querida... Dios señala a los grandes pecadores y a usted la ha señalado. ¡Recuerde esos vestidos tan horribles que se pone! -Nadezha Fiódorovna, que siempre había tenido la mejor opinión de sus vestidos, dejó de llorar y se la quedó mirando con estupor-. ¡Sí, horribles! -prosiguió Maria Konstantínovna- Por lo rebuscado y llamativo de su indumentaria cualquiera podía juzgar su conducta. Todos, al verla, se reían y se encogían de hombros, y yo sufría, sufría... Y perdóneme que se lo diga, querida, pero va usted bastante sucía. Cada vez que nos encontrábamos en los baños, me echaba a temblar. El vestido puede pasar, pero la enagua, la camisa...¡Me ponía colorada, querida! Al pobre Iván Andreich nadie le hacía el nudo de la corbata como es debido, y en su ropa y sus zapatos se veía que en casa nadie se ocupaba del infeliz. Además, tesoro mío, siempre estaba muerto de hambre; no es de extrañar que se gastara la mitad del sueldo en el pabellón, ya que en su hogar nadie se preocupaba de prepararle el samovar y el café. ¡Y su casa es un horror, un verdadero horror! En toda la ciudad no hay nadie que tenga moscas, en cambio aquí no la dejan a una en paz, y todos los platos y platillos están negros. Y mire, las ventanas y las mesas están llenas de polvo, de moscas muertas, de vasos... ¿Qué hacen ahí esos vasos? Con la hora que es, y no ha recogido usted la mesa, querida. En cuanto a su dormitorio, hasta da vergüenza entrar: ropa blanca tirada por todas partes, objetos de tocador colgados de las paredes, tazas aquí y allá...¡Querida! El marido no debe saber nada y la mujer debe presentarse ante él pura como un angelito. Yo me levanto cada mañana en cuanto amanece y me lavo con agua fría para que mi Nikodin Aleksándrich no me vea con la cara de haber dormido.


29.7.15

Con el pasar de los años



        Llegué a pensar que aquello no me iba a pasar a mí. Siempre había sido la primera en plantar la sombrilla y la última en salir de la playa y no encontraba una explicación lógica para que siempre fueran otras mujeres las que se veían invadidas por un exceso de amor sobre la arena. Pero llegó el día y el ansiado momento. La escena quedó grabada para siempre en mi recuerdo y a días, cuando me apetece la recreo. 
       Aprovechando que su mujer se había ido de vacaciones y él se quedaba al mando de la casa, pensó que lo mejor para evitar la responsabilidad era sacarse un pasaporte a la aventura. De buena mañana se preparó una mochila con lo esencial: bañador, tabaco de liar, una muda y un fajo de billetes para no dejar pistas magnéticas. Se presentó ligero de equipaje en la taquilla de la estación, pidió un billete para el próximo tren y lo pagó en efectivo.  A los veinte minutos se encontraba en una butaca con ventana al mar recorriendo la costa mediterránea. Yo esperaba en la puerta de la estación con una pamela de ala ancha y el coche en marcha para salir pitando. Hicimos unos kilómetros de más siguiendo la costa como si nos persiguieran los malos y cuando nos pareció que los habíamos despistado, que no tenía mucho sentido alejarse y que solo en aquel chiringuito tenían a bien dar de comer porque no eran horas, paramos. Comimos un estupendo arroz a banda, bebimos vino y nos entró el sueño enseguida, pero como no queríamos hacer siesta ni dejar el tiempo para una correcta digestión, pedimos un café y entramos saltando al agua. Los socorristas habrían puesto la bandera roja mientras  nos bañábamos de otro modo no logró entender como terminamos varados en la orilla, tal vez nos arrastraran las olas, o me fallara la cadera, o debido al sobrepreso él perdió el equilibrio, lo curioso fue que nos quedamos en aquella estupenda pose romántica largo y tendido rato. 
        En mi cabeza éramos dos jóvenes que habían terminado los exámenes de la uni y nos íbamos a la playa con el coche que le había robado a su padre. Los dos éramos buenos estudiantes y teníamos un futuro prometedor como investigadores pero que ahora no venía al caso. Nuestros cuerpos estaban tan cuidados como nuestras mentes, practicábamos deportes de riesgo, nuestra piel eran dura y resistente. Nuestro músculo esquelético no tenía grasa entreverada y todos los paquetes musculares estaban a reventar bajo nuestras pieles. Alrededor de aquella carne magra existía una nube hormonal tan difícil de sobrellevar que en un momento dado perdimos la conexión con el lóbulo frontal y agradecíamos el refrescar que traían las olas. 
      En su cabeza se instaló una película de cine clásico, el galán de Hollywood pasó a buscar a la mujer del capitán aprovechando que estaba sola en casa. En su cabeza él era Burt Lancaster y en sus brazos yo era Deborah Kerr y entre las olas le declaró un amor sincero y arrebatado a sabiendas del final de la película. 
     Los que pasaron por allí con paso ágil y ralentizaron la marcha al ver un bulto en la playa presenciaron otra escena. Había un señor corpulento tirado en la orilla, tendido de costado como si estuviese herido y no pudiese pedir auxilio. Era grande y peludo como un oso, de pelo en pecho y lomo plateado. Bajo su enorme barriga parecía que trataba de esconder algo, presentaba un amago de erección como un eco antiguo y lejano. Entre sus brazos escondía a una mujer menuda que parecía perdida en sus carnes. Ella era muy delgada y la piel le caía sobre el cuerpo como una sábana que cubre un esqueleto. Tenía una larga cabellera blanca que él acariciaba lentamente. Secretaba gotas de lubrificar como un exceso sabiendo que era inútil. La cara de ambos no se distinguía bien pero parecían felices. Sus ojos brillaban y de vez en cuando les daba la risa al escuchar el choque de sus porcelanas. 






24.7.15

Portada




   Lo fácil es tildar de machista la portada de la revista Toros pero la artista es mujer y está acostumbrada a las críticas, y ella brinda a la sombra desde su ático cuando lee en la prensa que las asociaciones de mujeres se rasgan las vestiduras por lo resultón del tándem mujer-tacones-olla. Como artista que es, lo que busca es que la gente reflexione (Pilar Albarracín dixit) y con esta premisa cualquiera debería callarse y dejar que el artista se exprese y a ver qué pasa, porque van quedando cada vez menos mujeres aferradas a la olla y el chisme fácil se acaba. A resaltar que toros y reflexión es una pareja que se da de bofetadas pero ahí entra la definición de violencia de especie y eso es harina de otro costal. 
     El sector del calzado lo pasa mal con estas iniciativas, la casa Pretty ballerina se ha puesto a temblar solo de pensar que algún innovador del toreo, una joven promesa tenga un punto provocador y quiera calzarse para la próxima goyesca un tacón de aguja de cinco centímetros que le permita desarrollar la faena con comodidad a la par que estilo, que salga al ruedo con un zapato fino que le permita las vueltas completas sin perder el equilibrio y que no le afee el pose al entrar a matar, no vaya a parecer una mala parodia de la corrida y se cierre la puerta grande. Por estos graves motivos las marcas más destacadas de manoletinas van a presentar una querella conjunta para que la idea no prospere o se retrase al máximo en el peor de los casos.
    Para mi gusto como portada provocadora a la torera le falta el rabo, influencia clara de mi amigo Marco que de miembros sabe un rato, o si hay que abrir el debate lo mejor sería una torera con dos rabos y una plaza en pie, pañuelo en mano, pidiendo a gritos las olvidadas orejas. 





22.7.15

Código morse



       ¿Tan difícil era explicar la historia de una mujer de mediana edad que tenía un amante? ¿Tan complicado resultaba plasmar lo aprovechado del hombre sufriente y lo vejado de la amante complaciente?. Se trataba de un ejercicio que no podía abarcar como ejercicio creativo y se alejaba más todavía de la idea original cuando se empeñaba en dar voz a los protagonistas de los libros que leía o mencionar a reconocidos escritores. Era imposible descifrar sus textos pero cualquiera se atrevía a decirle que no tenía ni pajolera idea de ser escritora, de convertir el sufrimiento, el amor, el odio, en palabras que llevaran ese mensaje. Estaba muy lejos, far away... El texto era un vómito y como tal producía rechazo de entrada, saltaba a la vista que había algo gordo en el relato pero de ahí a comprender la historia era como jugar a adivinar los platos del menú antes de que aquella nausea lo ensuciara todo. Sin metáfora alguna: el texto que había escrito era una porquería. Para Chejov (seguía empeñada en meter a otros autores) había que ir quitando con el tiempo todo lo que sobraba de un texto, llegar a lo que uno quiere decir de la manera más sencilla posible. Un hombre casado que se atormenta de la vida que lleva y visita a su joven amante pero sin ninguna pretensión de dejar a su esposa es material de escritura desde que se empezaron a glosar los amoríos de la gente. 
      Lo que era material comburente era que la mujer viviese en el siglo XXI y sufriese tormentos a sabiendas del contexto en el que se encontraba su hombre. Era marear la perdiz escribir que le compraba la crema que le gustaba, le preparaba un puchero y le comía bien la polla para que se marchase contento y volviera el atún a recalar en la bahía, que dando significado a la metáfora quería decir que el señor volviese dentro de un plazo razonable a visitar a su joven amante. Era una estupidez escribir todo aquello porque era todo paja para llenar páginas y páginas y todas las mujeres sabían lo que eran capaces de hacer cuando alguien les estimulaba los receptores. Lo rematadamente tonto, lo más inverosímil era que esas mujeres tenían el mayor poder de decisión que se les había dado en el globo terráqueo, no tenían que lanzarse a las vías del tren, no se las declaraba intocables, no eran lapidadas y sin embargo, con todo ese poder no sabían disfrutar de sus amantes. En ese mundo nuevo tenían que aprender a dejar, a soltar, a enviar a la mierda, a reírse, a faltar al respeto, incluso las que tenían vocación a educar ¿Quién les iba a enseñar a ellas si no había nada escrito y los escritores se emborrachaban con sus metáforas?




20.7.15

Fast food



         Ahora me llegaba la voz de Herra la islandesa de manera clara, se me había quedado su tono en la mollera y de vez en cuando podía escucharla burlarse de todo lo que me acontecía. La vieja era la protagonista del libro que tenía en la mesilla de noche y a menudo me preguntaba cómo habría sido recibida por el público si la hubiese creado una mujer. Sobre el autor habían caído duras críticas, sobre una autora podían caer piedras como ladrillos. 
      Eran las ocho de la tarde y recorría el pasillo del supermercado con los mismos tacones con los que había empezado el día. Había ido al aeropuerto, llegado a destino, realizado las gestiones y para la hora de la cena iba a estar en casa. Pero hoy, a diferencia del resto de los días, me esperaba Mitonio, el último hombre caído desde la red. Antes de subir a casa quería pasar por el super y comprarle la hidratante que él adoraba. En realidad la crema tenía de especial ser la que había recomendado una famosa filipina antes de crear su línea cosmética y solo por eso aguardaba en el lineal, como llaman a los estantes del supermercado, metida en una camisa de metacrilato, bajo llave y con alarma incorporada. Todos los complementos de seguridad valían cinco veces su precio de mercado pero desprotegida en su cajita de reminiscencias griegas la crema volaba directa a los bolsillos de los consumidores.
       Mitonio estaría en casa, consultado ahora su teléfono, ahora su tableta, ahora su teléfono y ahora su teléfono. Habría pasado la mañana colocando a su madre y a su hija en la montaña rusa, las habría subido a la noria y las habría dejado resbalar por gigantescos toboganes para depositarlas rendidas en un hotel del centro de la ciudad mientras él encontraba su solaz sin molestias. Mi casa le proporcionaba a Mitonio un remanso de paz, el lugar perfecto para el hombre de mundo que era, un señor de renombre que necesitaba descansar, una celebridad seguida por hordas de pulgares en alza que llegaban desde todas las redes sociales a su apéndice blanco cada quince segundos. En mi pueblo Mitonio era un perfecto desconocido. 
    
    Es un sitio de cazurros lo acepto, pero tengo para él un refugio, o una casa de postas si dejo que sea Herra la que se vaya metiendo en el relato, porque Mitonio vive de normal en el infierno. Se levanta ya empapado en sudor por las altas temperaturas, desayuna entre llamas y gritos y una terrible sensación de caos que crece durante el día se apodera de toda su cotidianidad inundándola de fuego. Por la noche se le hace tan insoportable la visión de lo devastado que se desvanece cayendo al suelo. Fuego, llamas, carbonización, cenizas y resurgir cual ave Fenix, es el temible ciclo que le brinda su mujer desde hace casi diez años. Y al pobre Mitonio lo único que se le ocurre cual caballo de las luminarias de San Bartolome de Pinares es salir al galope a buscar un cubo de agua. Se monta en el AVE con billete de ida y vuelta y el cubo debería arrojárselo en cuanto pisa mi calle, si dejo que sea Herra la que hable...

      Además de la crema de marras, pensaba comprar algo fresquito para calmar los calores, que andamos por estos lares batiendo records históricos. Un helado de postre no es mala idea, aunque esta noche iba a darme el gran banquete y solo quería Mitonio, de entrante, primero, segundo, tercero y cuarto. Comer de su carne hasta el cansancio o hasta el hartazgo si dejo que sea Herra la se exprese. Ella que se cuela con su tono socarrón me susurra al oído: "Compra un buen vino blanco, precalienta el horno a 180º y mete a tu Mitonio bien rociado, lo adornas con unos buenos gajos de limón y lo mantienes mínimo dos horas a temperatura máxima. Si te parece excesivo lo que te digo puesto que eres una mojigata se lo comentas ahora cuando llegues a casa y a ver qué le parece". "Iba a salir al galope y dejarme en ascuas, como si lo viese" le digo a Herra mientas asiente convencida de su ideas preclaras. 





27.3.15

II Notas de un claustro



     El director miraba a través de las lamas de la persiana, aunque la vista no resultaba muy agradable. Las ventanas de su despacho daban a un parking estrecho del que salían con dificultad los coches aparcados en batería. Pero a esas horas casi no quedaban profesores y la dificultad se borraba. Solo resultaba visible el muro compartido con el otro centro de educación secundaria. Habían salido centros siameses o se juntaron para hacer frente a las vicisitudes, quién sabe. 

     Entré a entregarle la última solicitud que pedíamos a la Administración. La solicitud de FP dual era la última ola que anegaba la formación profesional. Se intentaba que nuestro sistema siguiera el modelo alemán que combinaba y potenciaba la formación en empresas de los alumnos. En eso nos andaban iniciando por aquella época.

     Durante la última semana había hecho cambios en el despacho. Había recolocado el mobiliario acercándose sin saberlo a un estilo más feng shui de manera que ahora cuando entraba alguien tenía una visión completa y de frente y a su lado tenia un frondoso helecho que mantenía el equilibrio iónico. Entonces tuvo que girarse.

                         -  ¿Cómo lo supiste?
                          - ¿El qué?
                    - Lo de Federica.

El mueble caoba que ocupaba la pared contenía en su armario una peluca rubia. En el armario se guardaban exámenes oficiales; por eso, cualquiera que tuviese material que dejar a buen recaudo se encontraba con la peluca en primera fila. Yo no adiviné lo de Federica, me pareció una idea divertida que se la colocase a ratos, como cuando uno se pone el mundo por montera.

              -  Sácala anda

Abrí la puertecilla y se la pasé, se arremangó la camisa un poco, tomó la peluca y poniéndosela con gracia de repente, ese pelo brillante le cambió el semblante. Parecía una persona relajada y afable.

           -     Me vas a permitir que no me sancione si enciendo un cigarro.
          -       No me importa, pero ya sabes se queda el olor en el aire.

No le hacía falta mi respuesta por eso aspiraba ya el humo del cigarro.


          - ¡Qué mala semana hemos pasado! -dijo con un suspiro- Han amenazado a Maria José. Una de esas personas que llena el aire de chispas, un fueguecito vivo que tenemos por el instituto, y estos alumnos nuestros se proponen apagarlo. Se le quitó la sonrisa esta mañana después del susto espero que a estas horas la haya recuperado. Nuevo expediente disciplinario.
    A Fran le lanzaron naranjas. Tres alumnos de la ESO cogieron naranjas de los árboles del patio y las sustituyeron por la pelota de voleibol. A naranjazo limpio con el profesor de gimnasia. Tres nuevos expedientes disciplinarios.
Por lo demás, dos accidentes leves en el taller de mantenimiento. Descuidos sin importancia. ¿Y tú por donde andas?

       -  Estoy con Lázaro, el hermano de Marta y María, el que fue resucitado. Cuando volvió a la vida lo hizo algo perturbado; a los ojos de los vivos parecía que había venido únicamente a despedirse. Tan fuerte fue la impresión que obtuvo del tiempo que pasó entre los muertos. No puede decirse que volviese a la vida en un sentido amplio del término, sin embargo todo el mundo piensa que Lázaro resucitó. Por otra parte, en cuanto al descenso de Jesús de Nazaret de la cruz, puede que no fuese su madre quien lo hiciese, puede que fuese alguno de sus discípulos o incluso se sugiere que fuese alguna manada de perros salvajes. Tendré que leer la versión oficial de los hechos.

   Se quedó perplejo, pero yo había pasado una buena semana en mis clases. Andaban los chicos motivados contando las calorías de los panes y los peces.

       -  ¿Quieres la peluca?

No me veía rubia con estas cejotas negras. "Otro día" le dije.