11.1.10

Danzad, danzad, malditos


Conocí a Pina el día de su muerte. No voy a decir que hablo con los muertos, pero tengo que confesar que desde hace un tiempo ellos me hablan a mí. De momento, la lista se va alargando y no me quejo, al menos son gente de reconocido prestigio; de manera que si se toman la molestia de venir, no esperan que me quede tirada en el sofá, oyendo las cantinelas, cada uno me pide que salte un abismo. Abismos de medio metro, sí, pero, ¿Cuánto saltas tú?.

Otro día os hablaré de ella. Su nombre es Pina Bausch. Y yo, una pobre marioneta que se coloca unas mallas y se va a la academia de baile.

  • Hola, ¿Cual es la tuya?, me dice la monitora señalando un plantel de nenas con tutú.
  • Vengo a apuntarme -le digo sin molestarme- (muy consciente de lo que estoy haciendo).
  • Ah! - se repone rápido y me explica: la matrícula son 50 euros y 45 euros al mes. Si pagas tres meses te quito la matricula.
  • Pago tres meses y empiezo hoy mismo. No creas que es por el año nuevo y la vida nueva, no, ni siquiera por los buenos deseos de hacer algo de ejercicio. Supongo que sabrás que lo importante es que la gente baile, que se exprese, que uno sienta el movimiento en su ser.
  • Sí, sí, -me dice un poco consternada.
  • ¿Conoces a la coreógrafa del Wuppertal?
  • No, ¿está en Facebook?
  • Está muerta.


1 comentario:

  1. M´han agradat estos últims, són ingeniosos, no esperava atra cosa; promet llegir el del Capote. Que pasa que soles comente jo???
    V.

    ResponderEliminar