23.2.10

A rebato

A las siete de la tarde entra el último batallón de niños al curso de natación. Los retienen sus madres, como pueden, detrás de la pared de cristal, hasta que llega el monitor y los hace desfilar. Entran todos gritando a coro: "¡ ...culo, todo culo, todo culo ...!" y se golpean al mismo tiempo las nalgas. Resultan graciosos, porque parecen miniaturas de Phelps gritando "culo" quien como grita libertad. El monitor tampoco entiende qué pasa pero seguro que ya debe estar acostumbrado.

- ¡Sileeeeencio! ¡A las duchas! -falta que diga: Ar! -.

Parece que tiene algo de autoridad y ellos dejan de lanzar su grito de guerra, aunque sin parar de moverse.

Metidos en el agua, intenta cansarlos sin demasiado éxito: "Ahora ... dos de crol. Venga ... Todos con el rulo ida y vuelta. Ahora .... y ahora ... " Y ellos siguen con sus gritos y sus risas, incombustibles, haciendo largos.

Pero, ¡ojo! cuando los niños tienen que entrar en la ducha, entonces tocan a rebato y acuden en tropel las madres para terminar el componer el zafarrancho.

En una habitación comunal con grifos cabemos todos: jóvenes cadetes que no tendrán más de seis años, madres que no aceptan que su hijo puede lavarse sólo, incautos que fueron a relajarse a la piscina.

Los niños entran desnudos a la ducha de dos en dos y las madres también entran, pero ellas vestidas con ropa de calle. Algunas llevan puestas botas de tacón alto, otras llevan chanclas con calcetines y las más espabiladas se pusieron sólo las chanclas. Es un momento de éxtasis materno-filial. Tal es la instensidad del momento que ellas no se dan cuenta de que están bajo la ducha y van igual de mojadas que sus polluelos.

Me fijo en dos pequeños que comparten ducha con su madre, que ya lleva mojado hasta el cinturón. Me espian y se esconden tímidos detrás de la mampara si los miro. "¡Qué monos!, Todavia los hay tiernos e ingenuos" pienso mientras me doy jabón.

- ¡La de las tetorras!! -grita uno y los dos se esconden en su puesto.

Su madre casi fuera de combate los coge del brazo y se los lleva un rastras hacia el vestuario a punto de dislocarles el hombro.

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