24.5.10

Con amigos como éstos


Lola creció entre dos grupos de amigos. El grupo de ciencias, formado por seres tremendamente racionales, despreocupados de cuestiones estéticas, y que basaban su conocimiento en datos empíricos; y el grupo de letras, en el que había seres dudosamente intuitivos, ocupados en mostrar una imagen de vanguardia y que asimilaban sus conocimiento a través de largas disertaciones.
Cuando Lola mostró cierto interés por la escritura, en el grupo de ciencias el Doctor cum laudem sentenció: "No escribes mal, pero no me interesa lo que dices", mientras el resto del grupo guardó un elocuente silencio. En el grupo de letras, Don Gasset dijo: "Lo que escribes me parece una pobre regurgitación”, y el resto del grupo calló elocuentemente. Como eran sus amigos, Lola consideraba sus opiniones un potente anclaje para que mantuviera los pies en el suelo y se dejara de ilusiones literarias. Una pequeña muestra, desde el cariño que proporciona un amigo, de la aspereza que podría encontrar en el duro mundo editorial.

Un día, estaba Lola en casa de su vecina tomando una infusión, cuando de repente, llamaron tímidamente a la puerta. Al preguntar quién andaba por ahí, una voz aguda respondió: "Felisa" y apareció tras la puerta una criatura de mirada dulce y sonrisa abierta, que sin dejar tiempo para preguntas empezó a decir: "No me digas nada. Me pareció que no estabas bien y vine a verte," al tiempo que le tendía a su vecina una flor.

Para el grupo de ciencias aquello era una aberración. Arrancar una flor de su ecosistema para llevarla a decenas de kilómetros en coche, aumentando la contaminación atmosférica, por una simple percepción auditiva no era sostenible. Para el grupo de letras, aquello era, a todas luces una excentricidad desafortunada, pretendía ser una metáfora de la amistad pero resultaba inverosímil y entregar una flor era un símbolo tan manido que merecía ser obviado.

Lola, que se había quedado como ausente, sintió que el calvo de la Lotería le soplaba purpurina en la cara y las pequeñas partículas le producían cosquillas en el estómago. Se levantó decidida y se abalanzó sobre Felisa, cogiéndola en volandas y gritando: “¡Gracias, gracias!" y la cubrió de abrazos, como si guardara en su bolsillo un décimo ganador.

2 comentarios:

  1. eso te pasa por dar crédito a don gasset y cum laudem. Que cinco años en un pupitre memorizando y reproduciendo frases (aunque vengan acompañadas de tertuliotas de salón-cafetría) no le capacita a uno para considerarse conocedor de las letras o las ciencias...

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  2. M´agrada. Punto.
    Jo pense que si escrigueres per eixe costat, les histories serien diferents i divertides. Amen de que retractaries a "alguna" panda de pseudo-intelectuals ególatres...
    Fdo.: Qui puc ser jo...

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