9.8.10

Cigarettes and chocolat milk



Hay conciertos que te persiguen.
Me dio pereza ir a Barcelona a ver a Rufus Wainwright y entonces, a él se le ocurrió pasarse por Valencia. Me avisó de su llegada un titular que pretendía pasar desapercibio. En una esquina y a una columna estaba su nombre, como si hubiese un tal Rufus que se dedicara a la política.
Me invadían, pereza y ganas de ir a partes iguales. Busqué en las crónicas sus conciertos para inclinar a un lado la balanza. La perspectiva no era halagüeña: "Rufus presenta un concierto a medio camino entre un requíem y un velatorio. Sobre el escenario, un piano y sus últimas canciones. Sin aplausos hasta el final para conseguir un ambiente lúgubre. La desnudez de la puesta en escena pone al descubierto sus deficiencias como pianista". Pese a todo, al final siempre obtenía, sorprendentemente, una valoración positiva.
Contra todo pronostico, compré la entrada.
A las puertas del Palau de la Música de Valencia se concentraba un público con mucho estilismo. Parecían estudiosos de las páginas de "The Sartorialist". Ellos, combinaban los pantalones pitillo con zapatos italianos, mayormente sin calcetines; con zapatillas deportivas, con chanclas, y hasta con botas de cowboy. Todos los torsos se cubrían con inexplicables tallas XS. Ellas, se atrevían con menos pero resultaban más glamurosas. Hubo predominio del short con tacones altos, con y sin plataforma; elevada presencia del minivestido vaporoso combinado con sandalia rasa y aparición esporádica del pantalón moruno con bailarinas planas. Todo entraba dentro de unos cánones hasta que apareció Gina Ferri y demostró, que todo aquello era superable. Llegó en el último minuto, evitando así los corrillos. Llevaba un mono de algodón, con caída de seda, color lapislázuli con visos a ultramar. Palabra de honor, sin ornamentos, para mostrar un busto al más puro estilo Nefertiti, con una cabeza rapada perfecta. Durante unos segundos se paralizaron los obturadores antes de que estallaran los flashes.
Casi al mismo tiempo llegaba Rufus al camerino. Pensó que no tenía cuerpo para un concierto tétrico y salió al escenario con una vestimenta que no presagiaba congoja. Llevaba pantalón pitillo, pero él se atrevió con el verde, zapatillas deportivas y blazer amarillo pastel.
Presentó esa noche lo mejorcito y más animado de su discografía.
Si no lo has escuchado nunca, su tono de voz tiene un efecto cosquilleante en el yunque y el martillo, el estribo se contonea de gusto y el mensaje que llega a tu cerebro es que Rufus te gusta. Te gusta como a los chicos que tienes detrás, que le piden descendencía por lo bajini. Te gusta, y desde ese momento le perdonas que seequivoque al piano y hasta piensas que es el mismo piano el que se la quiere jugar. Rufus va cantando y encantando. Lleva su voz arriba y abajo, muy arriba y muy abajo con perfecto dominio. Rie y sonrie y se lo pasa en grande. Por eso será, que al final del concierto la gente se levanta y lo ovaciona.
A la salida, Gina Ferri comentaba a sus allegados que después de escuchar su directo ya tenia motivos para comprar su música.

1 comentario:

  1. somewhere with the outsiders...

    http://www.youtube.com/watch?v=hrnT2VEsuHc&feature=related

    ResponderEliminar