17.12.15

III Notas de un claustro



            Algunos padres dicen que sus hijos tienen ganas de empezar el colegio para ver a sus compañeros. En el instituto algunos profesores evitan el primer día de curso para no encontrarse con sus compañeros. Son esos días extraños de principios de septiembre en los que las aulas están cerradas y solo está abierta la sala de profesores como crisol de encuentros. Ese primer día de inicio de curso escolar uno se plantea si debería besuquear a los que desafió en el último claustro, sonreír a los que pusiste verdes en la reunión de despedida o si es preferible, visto que vas a pasar un curso más con ellos, echar pelillos a la mar y entrar a la sala de profesores como una pizarra limpia, sin hacer recriminaciones y sin dosificar las efusiones. Aunque uno se haga ese planteamiento, hay cosas que nobleza obliga, nunca besarás a la profesora a la que le quitaste una asignatura,  jamás te besará un jefe de estudios que no te ha hecho un buen horario y no te saludará el profesor con el que te liaste en la cena de fin de curso. Pero estas son cosas que todo profesor conoce, sin estar escritas en un manual. Con la experiencia que dan los años me gusta encontrarme al jefe de estudios tomando su café en el bar y aprovechar para preguntarle si me quiere más o menos que el curso pasado. Él, que es zorro viejo me responde que menos es nada. Lo miro sin acritud y me muestro agradecida porque parece y eso es mucho que no contempla el odio como algo que pueda ser menos que nada. Justo venía escuchando por la radio que la verdadera libertad del individuo es la de elegir la actitud de uno y esta conversación me ha parecido un excelente ejercicio.
            De entre toda la plantilla de personal,  la que me saluda efusivamente es Vicenta, la regenta del bar, ella sale sin pensárselo de la barra para darme un abrazo de oso con balanceo,  me aprieta y me promete este nuevo curso que no va a dejarme el mes de julio sin café, aunque tenga que hacerme una copia de  la llave de bar y enseñarme el funcionamiento de la máquina. Por lo demás, hay caras que no quisiera rozar y me las veo encima para lamerme las mejillas y hay caras que quisieras que te mordisquearan la boca y te saludan bajando la cabeza como susurrando "Ave Maria purísima". Así son los polos.

      Pasados los primeros saludos deseados, una voz desde el techo grita mi nombre. "Kimberly Balance acude al despacho de dirección". Una voz desde el techo. Parece que tenemos instalado un nuevo sistema de megafonía que han puesto a punto los de mantenimiento, un grupo de profesores que están que se salen con los proyectos de mejoras. Para este curso han colocado una cámara de alta definición en la puerta del recinto y el sistema de megafonía . Tienen en mente crear una red de telefonía móvil para profesores que permitirá localizar a cada profesor en un radio de 50 Km y señalar en el mapa su ubicación en el centro con una precisión de 5 metros, un sistema que ellos no han contado para que no sintamos vulnerada nuestra intimidad pero que permitirá la lectura de todos los wasaps que entren y salgan del recinto y eso para muchos será mucho peor que entrar en bolas a dar clase.
Siguiendo mi educación tradicionalista llamo a la puerta del despacho antes de entrar. Al menos llamar asegura que alguien levante la cabeza.
- ¿Qué tal las vacaciones?
- Bien, cortas, o se pasan rápido... las típicas respuestas para terminar rápido el saludo.
- Por mi no hace falta que te explayes. Ya veo que te han sentado bien, que llegas estrenando vestido, que te has preocupado por combinar adecuadamente los colores y te has tomado la molestia de venir bien peinada. No todos pueden decir lo mismo. Te he llamado, por otra cosa, sé que escribes un blog.
- Si..., bueno... a veces..., pero es todo una ficción.
- Pues para ser una ficción me identifico muy bien con tu personaje. Ficción o no, desde que escribiste que me pongo una peluca rubia algunos me miran como si estuviesen delante de un degenerado.
- Nos falta una pizca de imaginación somos muy rígidos.
- Por eso te he llamado justo para que frenes la tuya.
- No lo veo muy posible pero si te sirve de algo declararé solemnemente que todo lo que escribo es ficción. Excepto lo nuestro que eso si es auténtico. Ya sabes, nuestra relación se basta y se sobra de esa gran cantera de ilusión y confusión que es el silencio y la mirada.
- Kimberly, liados ni se te ocurra que mi mujer me mata.
- De momento estate tranquilo, tengo muchas clases que preparar este curso.



1 comentario:

  1. Tengo muchas clases que preparar este curso, aún así, miraré aguas arriba y no bajaré la cabeza como susurrando

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