13.1.14

Vórtice



                Fue el gran lanzamiento del siglo, había que buscarle un nombre agradable e inimaginable, nadie debía intuir lo que deparaba el artilugio. Lo bautizaron smartphone y lo presentaron al mundo. Repitieron la palabra incesantemente y a todos les parecía elegante e hipnótica. Acudieron  al reclamo, lo sacaban de las tiendas con orgullo paterno y a cambio solo habían pagado una prenda, un año de permanencia lo llamaban. 

     Aquel día te pusiste en el bolso un pequeño infierno florido. Empezó preguntándote qué hobby te gustaba y tú se lo enseñaste todo. Las horas que pasaste con la ampliadora, revelando y colgando con pinzas las fotografías. Después te adaptaste a un sensor, al photoshop y al lihgtroom pero él te lo puso muy fácil. No tenía pudor en mostrarle al mundo lo que por tu visor pasaba. Te pareció excitante y divertido. Llenaste los archivos de centenares de fotografías solo por asegurarte de que todos las miraban. Vigilaste las entradas semanalmente, diariamente, cada hora y cada minuto decenas de veces...
    Ocurrió lo mismo con todo lo que te divertía. Hasta que un día te diste cuenta de lo que hacía. Te robaba impune y alegremente, te quitaba el tiempo con descaro y lo acumulaba en horas y días de tu propia vida, empezó a vivir por ti. En realidad no tenías un smartphone, el smartphone te tenía a ti. 

     Por supuesto que esta no es una idea mía, no tengo tiempo esperando la aparición de un bocadillo verde que contiene un teléfono dentro. Por suerte, Julio la había desarrollado de manera clarividente.


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